miércoles, 16 de julio de 2008

No te Calles

La noche está atiborrada de faroles que torturan el alma,
todos los suspiros nocturnos se disipan en la distancia,
como un fatuo silencio enredado en las sombras perdidas.

Y de tus ansias menguantes,
de tus fallidos intentos, de tus ojos que gritan,
brotan lágrimas inútiles que la vida ha convertido en nada.

¿Por qué tantas prisas azotando la cama?
¿Cuántos cantos de luna resguardan nuestro sigilo?

Puede que la pena, muchas veces, te deje dormida,
pero sabes que yo te susurro por las estrellas
que se agitan cuando te miro tan calma.

Yo soy el que te hace hablar mientras el mundo se calla,
he socorrido tantas veces tus muertes
como, también, he acosado tu nostalgia.

A veces soy el glorioso defensor de los vulnerados sueños,
me da miedo ver que se me cae la piel
manchada con escaras que atraen tu lástima,
que estás cansada de tanto llenar pozos de agua.

Puede que pienses que al final no te digo nada,
pero sabes lo poco que sirven las contadas palabras.

Yo bebo los tragos sin medida ni tregua,
lleno las copas de licor indefinible,
me paseo por puentes con astillas quebradas;
y ahí me quedo cautivo,
recabando las luces que seducen mis ganas.

Ahora no sé cómo mirar si tú no me hablas,
me colma de vergüenza llenar el eco infatigable.
Se me acaban las flores, se me agotan las cuerdas,
se me fueron hasta las balas que, por misterio, guardaba.

Pero tú, la única nota vibrando en la distancia,
por favor no te pierdas en velo,
no aflojes tus ansias, no te quedes callada...