martes, 13 de octubre de 2009

Declaracion Primera

La palabra reversible,
una imagen ambigua de superficie
cubierta con telarañas doradas.

La palabra aglutinante
fugitiva del pensamiento,
refugiada entre las cosas del mundo.

La palabra, tú debes saber, Octavio,
tú que la manoseas como puta
y la recuestas sobre nubes de plata.

La palabra moribunda con los pies mullidos,
siete flechas clavadas en mi pecho,
como siete reproducciones de muerte permanente.

La palabra que no ayuda, que sugiere hasta el hastío
lo que los años fraguan en mi tinta.

El juego de imagenes

Tenía yo como once años y era muy precoz, no me costaba cautivar con arrebatos de payaso o de bromista empedernido. Muchas veces solía ser la atracción general y no me daba problema estar cerca de las niñas de mi edad. Estaba, entonces, con una niña que me gustaba mucho, digamos que era mi novia; puesto que para nosotros los vínculos infantiles que nos unían eran todo un compromiso y una relación: era mi primer pololeo un tanto formal en la vida.

Como en esos tiempos no éramos tan desinhibidos ni desenfadados con el contacto físico, prácticamente todo nuestro noviazgo se desarrollaba por correspondencia; y, aunque yo sí estaba ansioso y a la espera de descubrir mundos nuevos y alucinantes con el tacto, aquello no me afectaba mucho, más bien me era grato. En más de alguna ocasión, mi mamá me asistió para redactar cartas en francés (lo que me parecía muy romántico y acorde a nuestra relación). Sin embargo, no pasó mucho tiempo en que llegase una misiva que me informaba sobre el término de nuestro compromiso. La niña sentenciaba que yo siempre estaba actuando; en conclusión: me consideraba falso.

Con míseros once años y un escaso poder introspectivo, yo no podía entender el fundamento del lapidario psicoanálisis de mi ex. Creo que era la primera vez que alguien me declaraba falso, pero, ciertamente, no sería la última.

Pequeños detalles como ése, nos hacen percibir el notable avance psicológico-emocional y la madurez que a temprana edad alcanzan las mujeres, madurez que las faculta para notar rasgos como esos. Lo cierto es que sería el comienzo de una seguidilla de reprimendas del mismo tipo que surgirían de las féminas.

sábado, 16 de mayo de 2009

En el inventario de mi alma

Hay una música lejana que se entona en la memoria,
hay palabras recursivas que te nombran y te nombran,
hay juegos, algunas luces que no veo
y artimañas caducadas que se cuelgan de tu pelo.

Hay un libraco semiabierto
lleno de fotografías en blanco y negro.
Mi árbol familiar está marchito
y se enreda en la sonrisa marxista de mi abuelo.

Te pareces a mi madre indecisa con mejillas resbalosas.
Eres un buen sueño de invierno
sentada en la parte más preciada de mi cama.

Eres el recuerdo apareciendo cuando te vas,
un recorrido incómodo por toda mi infancia.
Hay tantas caricias y febriles deseos latiendo
¡Qué poco me calman tus manos de crema!

Hay algo de mí recordando en este instante,
una parte está escribiendo y la otra se esconde celosa.

Es tan violenta tu presencia,
amenaza con destruir los recuerdos,
pero también hay conversaciones interminables
y un YO que está pensando indeciso.

Hay ciertos arañidos que me duelen y me infectan de tristeza,
hay fotos no muy viejas
y, también, cartas que gritan en alguna parte.

Hay mucho de ti en tan poco tiempo;
y hay tan poco de mí entre tus brazos.
Hay vivencias presentes que reclaman,
pero también hay recuerdos, muchos recuerdos.

Un viejo regalo

Es tu incertidumbre la que me hace divagar
y comprimir mis deseos.
Estoy harto de hablar con un tú que no tiene nombre,
que ondea vaporoso y porfiado como tus preguntas,
como tú, como tú ya debes saber muy bien.

No sé, quizás hay cuadros
con marcos de filo impostergable
que no tocan las paredes por vergüenza.

Puede que no esté adulando como siempre,
pero tú no debes ser un continente
repleto de rosas podridas y besos disecados.

Si escojo otras palabras
es porque contigo camino en otro espacio,

Es que a veces no tengo labios
y se ha vuelto tan difícil atraparte con la mirada,
que te suplico, no te enfades
si es que alguna vez me callo por sorpresa.

Y tampoco alteres la curva de mi escrito,
porque también se me ha quedado clavado como tú,
como tú en medio de la nada.

viernes, 15 de mayo de 2009

Nada que se pueda escribir
despertará a mi alma caída,
con mi borrascosa sangre muerta, nada...

viernes, 27 de febrero de 2009

Piropo para los altos literatos :P

"Es tan corta la vida"
dijeron Garcilaso y Petrarca,
tan vil y corto el amor,
añadieron Neruda y Parra,
que cuando te miro pienso, a lo Silvio,
que estoy que no puedo dar otra batalla.

Tus labios de rubí cantaría Sandro,
que me murmuran como lo hicieron con Becker,
el poeta de nombre Gustavo,
son mi única razón de escribir.

Aunque tenga que pedir versos prestados,
como los que la musa le arrojó a Homero
más veloz que las flechas de Apolo cayendo del cielo,
yo puedo cantarte un soneto de esos olvidados y viejos.

No te quedes mirando la nada,
para eso están los románticos alemanes,
y dame tu mano antes de que el Quijote, con sus refranes,
me grite, a lo chileno con picardía,
que el que fue a Melipilla perdió la niña.

Y yo no soy Dante para esperarte en el cielo,
por eso no quiero perderte, niña mía.

domingo, 15 de febrero de 2009

Ruego insular

Chiloé, tierra humedecida por la niebla de los marinos,
puerto fatigado que conversa con los artesanos,
paisaje de lluvias dulces que engordan como la murta,
que se desgranan como la zarzamora
para que se vuelva tinta roja.

Chiloé de los bares risueños
repleto de amores que cantan
¿qué le pasa a tus criaturas nocturnas
manchadas con sangre de los arrebatados mares?

Muerto o sediento, forjado por mitos de antaño
o en un curanto sin fondo,
así te he visto navegar por el Pacífico
sin negar tu eterna sombra cortada por el viento.

Me niego a la pérdida del celoso Caleuche
porque naufragó en los insatisfechos caminos de Roma.

No voy a perdonar que vendas
esa alma errabunda de lunas penetrantes
ni estaré indiferente al verte zarpar vestido de turista
por las novedosas leguas que no tienen voz propia.

Quédate al final del tercer mundo hasta que caiga el sol,
no dejes que tus redes se truequen en nailon
ni que tus botes se alimenten de cobre.

Ya lo cantaron las sirenas en alta mar
y yo lo repito tronando desde la cúpula de un mirador:
mientras haya magia pendiendo de tus palafitos,
no la mates con el funesto progreso,
no dejes que se oxide con el barro de nuestra edad.

lunes, 5 de enero de 2009

Cuando yo te beso

Te beso y se estremece el mundo entero,
tus labios indefensos tiemblan
con mi lengua penetrante
quebrantando la pasividad de tu boca.

Los árboles se erizan porque yo te abrazo
y mis manos aldentes derriten las cimas de tus senos.
Entonces siento cómo los torbellinos de tus gemidos
se azotan en mi cuello; y yo te beso.

Te beso repleto de cielos
mientras te recuesto en las nubes de mis deseos.
Me torno ardiente como el sol
para derrocar al mismo invierno.

Desciendo por un desierto de crema en
en busca del incesante perfume de mi flor,
mis dedos rasgan, en su antojo,
las palpitantes colinas de tus muslos.

Te beso formando anillos para contraer tu cuerpo,
mis dientes te atrapan como anticipo
para las elevaciones de tu sangre
y tú me ves sediento
con esas perlas de agua verde
y yo, que ya estoy mojado, te beso...