domingo, 3 de febrero de 2008

Las Horas...

Ella no sabe que hora es, le sobran los años y le falta el vigor para darle cuerda a ese viejo reloj. Quizás a estas alturas tampoco sepa leer. Cerca de la cama hay unas empolvadas cajas de cartón, en donde se apilan una a una las antiguas novelas rosas que tienen el mismo final; porque aunque las redescubriera ahora, tendrían siempre el mismo final..

A veces prefiere no levantarse, se queda en pijamas hasta que la cama comienza a darle nauseas, entonces lo piensa. El día no es día ni la noche se hace noche, porque afuera el mundo corre, el mundo vuela mientras ella observa cada una de las cuatro estatuillas que adornan la pieza; y se preocupa de que todas concuerden en dirección, para que nada perturbe la estancia. Hay presentes de todas las épocas. Una tras otra, las navidades se posan sobre los muebles, más de alguna vez ha pensado hasta en ordenarlas por año de llegada.

Entonces los días casi no corren, el silencio es tan burlesco, que la televisión se ha hecho su compañera de pláticas. La familia reposa en los cuadros del pasillo, está inmortalizada en un momento en que ni pensaban dejarla.

¿Cuántas vueltas por la cocina más le harán falta? Sacar los joyeros, revisarlos y volverlos a guardar, luego sacarlos, ordenar, guardar, para sacarlos una vez más... A veces es bueno un trago de licor de guinda para volver atrás, a bailarse un tango en Buenos Aires, a ser motivo de una apuesta en un elegante bar capitalino; y luego seguir mirando como pasa la vida pasada, que se hinche un poco el pecho con las tardes dejadas cerca del mar, con la cara de Sergio, sus cantos y su radio a pilas en las tardes de sol, ambos sentados cerca de la puerta hablando por hablar, también extraña su bigote y sus gritos, sus tragos de vino, que al menos eran motivo de alguna discusión.¡¡Qué ganas de discutir, que grandes deseos de volver a pelear!!

sábado, 2 de febrero de 2008

Cadenas de barro

Se encuentra encerrada en un cuarto
bajo veinte paredes que le presionan el pecho.
Desde las hermosas flores que colman el techo,
cuelgan musgos grasosos
que se han aferrado a sus piernas.

Por la cabeza le cuelga la noche
cobijada en su espalda.
Los roedores le acechan con sigilo,
ya le mordisquearon los dedos,
ya le han triturado el alma;
y ella insiste en alimentarlos por lástima

Ella es una planta, es un árbol ahogándose con humo,
una gaita mortalmente distante;
y un acordeón de mariposas encerradas.

Ella eres tú, ella soy yo,
son mis secretos durmiendo bajo la cama.
Un arrecife de sangre latente
que todos reclaman; y que no palpita por nada.

Ella guardó con capricho las llaves de su morada,
se las comió como frutillas;
y luego las derramó por su pecho gimiendo de miedo,
gimiendo sin labios, gimiendo por rabia.

Aún está hibernando dentro de un vaso con agua estancada,
mientras afuera el agua marchita las plantas.

Hoy le escuche de nuevo gritándome con la mirada
porque a mí me causaban nauseas las ratas,
las frutillas rasgadas, las flores de lana,
las cadenas de cera y la sangre coagulada.
Ahora ya casi no me causa nada...