sábado, 3 de agosto de 2013

Está escrito...

Cuentan que hace un par de milenios, un hombre nos jugó una osada broma: afirmó ser el legítimo hijo de Dios. Ya en su cruz, en una no menos curiosa muestra de individualismo, salvó sólo al ladrón que le tuvo fe. Desde entonces, quien quiera imitar su grandeza, puede permitirse dos grandes muestras de egolatría: perdonar y escribir.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me hiciste pensar en lo siguiente: ¿cuáles serían las dos grandes muestras de humildad? Jugando a los opuestos, llegué a esta conclusión: condenar y callar. Luego, soy muy humilde, pero también muy ególatra (por el lado de perdonar). Te perdono la osadía de escribir un texto como este, bien logrado. Lo demás, debo callarlo. ;)