jueves, 24 de abril de 2008

Dejando la Sangre correr

Tengo el final vacilante,
un final que seduce a la distancia.
Silbaba lejano y frío bajos los árboles incautos,
mientras yo miraba sin sombras,
esquivando ese miedo de quedarme sin aire.

Pareciera que durante todo un siglo lo estuve mirando,
necesitaba de flores gastadas que me forjaran el paso.

Corto y voy abriendo una fisura en la faz de los bosques,
un volcán que llora furioso se eriza de sangre,
por mucho que caigan los cielos y se desvanezcan mis manos,
ya es muy tarde porque ya ha sido tomado.

Entonces decido desangrarme,
sé que estoy estrangulando la voluntad divina.
Ya he tratado matarme sin decisión;
y siempre se presenta un desequilibrio,
un desencanto hundido en los labios.

Me gustaría tanto bañarte mientras me estoy desangrando,
no es al amor al que canto, la verdad,
increpo a la pulcra e inmolada hoja en blanco.

Tú, Almendra,
que a veces vienes fragante y cubierta de ríos.
Tú, que te agitabas corriendo por mis venas,
dime ¿cuál es el momento matemático en que debo dejarte?

Muchas veces te he agobiado con versos
no logrando fijarte allá en lo alto.
¿Cómo puedo vivir eterno
el momento en que te estuve mirando?

Ya no hables Almendra,
ya no digas nada, es demasiado tarde,
yo ya me he desangrado.

2 comentarios:

Francisco dijo...

Mucha incoherencia, parece más bien unas cuantas anotaciones para sacar unos tres poemas.

Los primeros cuatro párrafos perfectamente podrían omitirse y el poema no perdería mucho sentido.

La verdad no está bien trabajado y además en el fondo no es muy original, ni muy bueno.

En definitiva, no me gustó.

Ofelia dijo...

Tiempo ha desde el comentario anterior. Si bien, se tratan de versos abiertos que nos brindan la oportunidad de la interpretación alineal, rescato básicamente el "desangrado". En primera instancia, se logra ver la connotación clásica del mismo: el desangrado como muerte. Pero, luego resulta interesante "Me gustaría tanto bañarte mientras me estoy desangrando"... la fuerza de gravedad, la sangre que cae sobre la tierra y es, precisamente, en este punto donde surge la otra mirada: La sangre como líquido vitalizador, fecundador de la tierra... porque desangrarse es volver a la tierra, al origen de lo que somos.