viernes, 10 de agosto de 2007

Cateos de vino amargo

¿Por qué callabas tus golpes matemáticos contra el silencio?
¿Por qué gritaste debajo de mi cama durante tanto tiempo?

Cuéntame abuelo,
supe de esos tiempos donde no podías levantar las manos
y te sentabas asustado frente al espejo camuflando tus heridas.
Oí que te aterraba mirar al lado
y el pasado de pronto
se hacia más y más pasado.

Háblame a mí de tus saltos aguerridos
y tus dedos empuñados.
Fueron años de duro convencimiento,
en los que una lágrima no podía contra el miedo
y no quedaban sueños en las manos.

Supe que el fuego prendía los campos desde el cielo,
supe que tu corrías buscando un descanso.
Un alto al fuego, con o sin remedio.

Quisiera escuchar de nuevo algunos cuentos,
el de los extraños animales que vivían de lo justo.
Escuchar tus dialécticos razonamientos
y despedirte con un buen discurso
materializando el resto.

Por último que el espíritu se lo quede Dios;
y que el resto me lo dejes reciclado.
He tosido aún tan poco por tus libros,
que todavía me siento algo enfermo y enajenado.

Cuéntame abuelo,
supe de los días en que no podías levantar los brazos
y practicabas ejercicios de lisiado.
Cuéntame de las horas
que pasaste descifrando mensajes en tu armario
y de los árboles que aún resisten en el patio.

Cuéntame antes de que caiga preso de mis miedos
y transforme en demagogia tu disgusto.

Es que si ya pasaron los días de titubeo frente al pueblo,
cuéntame de los golpes cuando estabas comenzando;
y déjame, déjame el final para yo poder contarlo.

2 comentarios:

firiel dijo...

me gusta..... viteh escribes bn.
pasate por mi blog..
soy la gato a too esto
ia besitos

Francisco dijo...

Bueno, muy bueno. Ya sabes como me gustan esos poemas con tono imperativo. Pero este tuyo tiene un matiz de melancolía y recuerdo vivo... muy fuerte.